Tu voz, como fractales en movimiento, me hipnotizó, me sentí eterno. Te soñé y esperé, un eco latente que parecía venir desde el corazón. Palabras más, palabras menos, por un instante creí que sólo necesitaba esto.
Te sentaste a lo lejos, parecía que de ti nacía toda la luz, luché por esto, Dios sabe cuánto lo intenté, aunque nunca lo entendí. Mi sombra se fundió con el sonido y mis ojos derretidos se hundieron en el mar de una promesa finita, resistí, me sostuve, y aguardé ese momento.
Cada segundo, a destiempo, parecía ilógico; una melodía fragmentada. Cerré los ojos y escuché. Sonreíste y despegué. Líneas que se repetían, una tras otra, una tras otra, casi sintético, aforme matemático.
Tu voz, como fractales en movimiento, metamorfosis en el cielo, como un árbol lleno de fuego donde se escondían monarcas esperando nadar, encendiendo pasos, mas no límites. Con el tiempo supimos: no existen.
Esperaba pintar caminos, pintar sonidos, pintar mis sueños. Cerré los ojos, abrí mis alas. Fotosíntesis sincera nacida de un amor fractal.