Me gusta mirar por la ventana cuando viajo,
cualquier ventana.
Me gusta perderme entre pareidolias,
me ayuda a olvidarme de pretender, de desear.
He sido más cuando he dejado de ser,
ya he sido un perro, una libélula y un montaña
cuando dejo de preguntar por qué.
Me gusta mirar por la ventana,
cualquier ventana que me haga olvidarme de mí.